Reflexionó sobre lo ocurrido y recordó lo que siempre le habían dicho: la vida te devuelve lo que das. Los problemas de los demás, son a menudo la mitad de tus soluciones. Si compartes, siempre ganas más.
- No he querido menospreciarte – explicó con un hilo de voz -. Pero resulta difícil creer que tú solo eres el motivo de tus éxitos. La suerte sonríe a quien el destino caprichosamente escoge. A ti te sonrió y a mí no. Eso es todo, viejo amigo.
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