Ojos que se cierran en mitad del cuento, películas a medias, ceños fruncidos por la hora. Luego, olor a vainilla en besos dormidos, sueños calentitos, abrazos que se despegan por más que quisieras prolongarlos en el tiempo.
Entonces, sólo entonces, el ahogo en la garganta, la opresión en el pecho, la ansiedad dejando paso a la tristeza, a esa sensación que ya no te dejará en toda la semana. La prisa, la subida, el vacío, la certeza absoluta de que las vidas que dejaste estarán siempre al otro lado, donde no suenan noticias, ni voces ni amenazas, ni insultos reprimidos, en un lugar más allá del tiempo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario