Y vuelve a abrazarla, la reconquista poco a poco, la estrecha contra sí. La besa y la mira a los ojos, con ternura pero de un modo intenso, masculino. Yo te amo, siempre te he amado y seguiré amándote.
- ¿Es que no lo ves?
Y la besa de nuevo, con dulzura. Besos tiernos de complicidad, besos de sabordiverso, como un vino envejecido y profundo; por esa razón, denso, ligeramente especiado, con aromas que recuerdan a la vainilla y la madera, persistente, cálido. Besos que descienden hacia donde ya se encaminan... siente un escalofrío y sonríe y echa la cabeza hacia atrás. Y entonces ella se tapa la cabeza con las sábanas, riéndose, desaparece debajo y le da un pequeño mordisco, tierno, suave, sensual. Y algo sucede. Y en un momento pierden el sentido del tiempo transcurrido y vuelven a ser niños.
Y la verdad, no sé si es que te echo de menos,
o simplemente, odio estar sola.
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